30 octubre 2007

Tres ex funcionarios municipales procesados por la desaparición y asesinato de Darío Jerez


Darío Jerez desapareció hace seis años en Santa Teresita, (provincia de Buenos Aires, Argentina). Casado y padre de tres hijos, trabajaba como repartidor de Arcor y cobrador de la financiera Comprar S.R.L. A seis años de la desaparición una nueva marcha pidió esclarecimiento, verdad y justicia para el caso. Sucedió dos días después de la recaratulación de la causa como “privación ilegal de la libertad calificada por homicidio resultante”.
El cuerpo de Darío aún no aparece.

Pasadas las 3 de la tarde la marcha número 229 partió bajo la llovizna. Poco menos de un centenar de personas, sin duda muchas más que en otras marchas acompañaron a Viviana Zubiaurre, sus hijos y su familia. No fue una marcha más.
No fue una más porque ese jueves 25 de octubre se cumplieron seis años de la desaparición de Darío. Y no fue una más porque dos días antes la causa tuvo importantes novedades. El fiscal Diego Escoda decidió la recaratulación de la investigación que hasta entonces era “averiguación de ilícito/paradero”.
Escoda determinó que se trata de “privación ilegal de la libertad calificada, por homicidio resultante”, y procesó por encubrimiento agravado a tres funcionarios de la gestión municipal del ex intendente Guillermo Magadán: Jorge Grande, Daniel López y Cristian Ibarra, y a dos miembros de la empresa Comprar SRL: Carlos Subirol y Alejandro Muñoz.
Con esas noticias la marcha que hace seis años pide esclarecimiento, verdad y justicia para el caso Jerez caminó hacia la Comisaría Primera de Santa Teresita. Allí se detuvo mientras Viviana y sus familiares ingresaron a dejar un petitorio, como lo hacen en cada marcha. Ritual que las autoridades policiales cumplen ya sin sorpresa, y en el que Viviana exige seriedad como siempre: “su firma, por favor, la aclaración de su nombre…” le pide al policía que recibe el papel.
La copia firmada número 229 ya estaba en sus manos, y la marcha siguió. Por la calle 3 hasta la 29, mientras unos pocos comerciantes se asomaban a curiosear, como en cada marcha.
Cuando la columna llegó a la esquina de 29 y 3, donde un gran cartel anuncia que allí desapareció Darío, ya llovía copiosamente.
Bajo la lluvia los manifestantes llegaron a la plaza Santa Teresita del Niño Jesús. Allí Viviana rogó que todos se instalaran a los costados del escenario, bajo el techo. Algunos hicieron caso y se quedaron muy cerca, otros se instalaron sobre el césped, desafiando, o más bien ignorando a la lluvia, que pronto pasaría a segundo plano.
Los dedos de una mano sobraron para contar a los periodistas presentes en el lugar, y el acto comenzó sin protocolos.

Viviana no dio un discurso. Sus palabras fueron sentidas, dolientes. Les habló a quienes estaban allí, y también a quienes no estaban. Le habló a su familia, les habló a sus hijos Germán y Julián que permanecieron allí sosteniendo la bandera que pide justicia, y a su hijo Joaquín que no estaba pero llamó minutos antes de llegar la marcha a la plaza. “Está lloviendo, hijo”, le había dicho Viviana, con un tono que más bien estaba diciendo “pero aquí estamos, enteros”.
La esposa de Darío Jerez habló, y ya no se escucharon otras voces. No se escuchó ni se sintió la lluvia. Sólo su voz potente, digna.


“Un año más que nos encontramos aquí. Un año más que seguimos pidiendo por verdad y justicia. Pero este año hay un cambio importante.
Después de haber escuchado tantas y tantas cosas, tantas injusticias muchas veces, tantas palabras sueltas, tanto comentario sin argumento… Después de haber sentido tantas otras cosas como la indiferencia por ejemplo, el vernos pasar cada jueves, doblar en la esquina, agacharse, atarse los cordones, y tantas otras cosas…
Pero también haber sentido muchas veces en aquellos ojos que me miraban la empatía de estar en mi lugar, aunque estuviesen fuera de la marcha, o fuera de este dolor que cada uno de nosotros tenemos.
Después de ver a mis hijos, a mi familia, y a mi misma llorar, desesperadamente, ¡desesperadamente! Sin saber que hace ni adonde ir, ni a quien recurrir. Después de haber pasado por funcionarios mediocres, no quizás por lo que saben, porque seguramente el saber intelectual lo tienen. Digo mediocres desde el profesionalismo, desde el compromiso y desde la vocación. En ese grupo podría nombrarles a fiscales, a abogados, a funcionarios.
Después de ir encontrando cada una de esas cosas también encontré gente que me ayudó, que me acompañó, que trabajó, que trabajó arduamente investigando todas las puntas que tiraban, y digo tiraban porque así fue, tiraban cosas, para distraer para dilatar, para embarrar.
(…)
Quiero reconocer en este acto el trabajo del fiscal de la UFI número 6, el doctor Diego Escoda, reconocer el trabajo también de los doctores de la Procuración de la Corte de la provincia de Buenos Aires, y también el de una persona de la DDI Dolores, que tuvieron los huevos necesarios para ponerle el cascabel al gato. Mejor dicho, como corresponde decirlo: que tuvieron la valentía de firmar lo que hay que firmar a través de un trabajo hecho, que data nada más ni nada menos que de seis años.
(…)
Y ya que estoy aprovecho que tengo unos cuantos periodistas. De ustedes también depende que esto no se quede acá en la nada y que haya sido nada más que una medida más para tomar. No señores. Necesitamos mantenerlo todo el tiempo, y mantenerlo, y mantenerlo, no importa quien esté detrás, no importa que nombre grande, que nombre pesado, que nombre encumbrado haya detrás ¡no importa!, importa solamente saber la verdad de lo que pasó, y vamos a saber la verdad solamente si nosotros somos perseverantes y seguimos, todos los días…”

1 comentario:

Alfonso dijo...

saludos! me tomé la libertad de linkearte desde mi página, espero no te moleste

Saludos desde tierras lejanas.

http://conunafuga.blogspot.com