02 diciembre 2006

Violencia contra la mujer: abrir los ojos

Hace días que vengo leyendo noticias y comentarios respecto a la violencia contra la mujer, e intentando encontrar un tiempo para reflexionar sobre ello.
Primero fue una noticia sobre España que leí antes en Nomádas y luego en Ethica more cybernetica.
Durante toda mi vida desprecié al machismo tanto como al feminismo. Quizas fue una postura de rebeldía ante los extremos, ninguno de los cuales -me parecía- iba apuntado a buscar la igualdad, sino más bien lo contrario. Sin embargo estas denuncias y manifestaciones me hicieron pensar en las consecuencias concretas de una y otra postura. En especial en el daño concreto que provoca el machismo.
Hace pocos días llegó a mi casilla de mail la siguiente noticia: Más de 14 mil mujeres denunciaron este año maltratos en sus ámbitos familiares. ¿Dónde?. Pues apenas en la provincia de Buenos Aires (Argentina), precisamente donde vivo.
Según las estadísticas de la Dirección General de Coordinación de Políticas de Género del Ministerio de Seguridad registradas entre enero y septiembre de este año, el 85 por ciento (14.450) de las 17 mil víctimas de violencia familiar fueron mujeres. Además, 9 de cada 10 víctimas de abuso sexual fue mujer, y el 70 por ciento, era menor de edad.
De acuerdo a las denuncias registradas, el 35 por ciento de las abusadas tenía un vínculo familiar con su agresor y el 60 por ciento de los abusadores pertenecía al círculo íntimo o cercano.
Y estas estadísticas corresponden sólo a los 15 municipios que ya cuentan con Comisarías de la Mujer (en las últimas semanas se inauguraron otras tres). Y la provincia de Buenos Aires tiene 134 municipios.
A muchos les parecerá ridículo que me ponga a pensar recién ahora en lo que significa la violencia de género. Pues sí, siempre hay un momento. Sigo pensando que la violencia es violencia, ejercida contra quien sea. Que debe repudiarse siempre. Que hombres y mujeres son iguales y que sostener eso es una pelea diaria, incluso individual antes que colectiva (ninguna lucha, como ésta, empieza más por el hogar que por cualquier otro ámbito). Sin embargo las noticias -las que registran con crudeza casos particulares pero sobre todo las frías estadísticas- nos hablan de que es necesario prestar atención hacia la violencia contra la mujer. Prestar atención como seres humanos, hombres, mujeres, abrir los ojos especialmente a lo que pasa cerca nuestro.

El 25 de Noviembre fue declarado por la ONU como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en conmemoración del brutal asesinato en 1961 de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de la República Dominicana, por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo.
Y si, también renegué siempre de los “días de”. Ocurre que suelen servir para lavar las culpas una vez al año.
El viernes 24, en Buenos Aires, una gran cantidad de organizaciones marcharon desde el Congreso a Plaza de Mayo y denunciaron todos los tipos de violencia que padecen las mujeres, sobre todo los que ocurren cotidianamente: la violencia en los trabajos y en los hogares, la violencia sexual y política. Allí estaban ese día, denunciando lo que yo no denuncié: las expresiones cotidianas de la violencia en un país en el que la demanda de “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal seguro y gratuito para no morir” no es escuchada, y cada día sigue muriendo una mujer por aborto clandestino, mientras sólo el 4% de los violadores son apresados.

En los últimos días también me había pasado desapercibida una noticia importante que por suerte recuperé desde Bloxito: la ratificación en el Congreso Argentino, después de cinco años, del protocolo de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, en su sigla en inglés).
El Protocolo, que garantiza el cumplimiento de los Derechos contemplados en la Convención, fue adoptado por la ONU en 1999. El Estado Argentino lo firmó el 28 de febrero de 2000. Desde entonces, y principalmente gracias al lobby infame de la Iglesia Católica, el protocolo dormía cajoneado en el Congreso.
Ellas, las feministas, las del extremo que siempre me negué a integrar, pelearon todos estos años para que se de este paso fundamental en la protección de mis propios derechos y los de todas las mujeres argentinas.
Será que si existe un extremo negativo es necesario poner todo el peso en el otro (aunque a veces a algunos nos suene exagerado) para equilibrar la balanza. Para mí hoy es un día de reflexión. Y de agradecimiento a quienes, contra toda crítica, no bajan los brazos.


Más
Día de la eliminación de la violencia contra la mujer: fotos de Sebastian Hacher en Indymedia.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Según que fines persigan, ninguna asociación es mala en si misma. Una asociación de personas con fines políticos tan admirables como los de romper cualquier tipo de dependencia o subordinación a los poderes de facto es buena en principio.

Sin embargo, no creo que oponer irracionalidad a la irracionalidad del machismo esté bien. Es usual llamar feministas a las luchadoras por los derechos de la mujer. A mi me parece que deberíamos llamarlas personistas o algo así, porque por lo general se tiende a oponer feminismo con machismo, y es evidente que las acciones de aquellas no tienen nada que ver con las de estos.

Tal cambio de denominación también las distinguiría de la rama irracional del feminismo, que al proponer la superioridad de la mujer sobre el varón haría tanto daño como el machismo si tuviese la oportunidad.

No creo que todo valga para "equilibrar la balanza". No es este un juego que deba ganar quien más fuerza tiene. Este es un caso de sólido e inamovible convencimiento ético: someter y abusar está mal siempre; se trata de conductas que deben ser extirpadas de la sociedad.

Nat dijo...

Es lo que pensé toda mi vida. Pero lo que quiero destacar aquí es que mientras los que sostenemos la igualdad desde una posición "equilibrada" la mayoría de las veces nos limitamos a expresar nuestras opiniones en una reunión de café, o como mucho a escribirlas en un blog (que no digo que sea inútil), quienes parecen tomar actitudes más extremas suelen ser precisamente los que llevan adelante acciones más concretas, y que con su persistencia y su exageración a veces logran avances como el que menciono.
Creo que quedó claro que repudio tanto la irracionalidad del machismo (más peligroso por esta instalado culturalmente) como la del feminismo que intente llegar a ese punto absurdo. Tampoco pienso que "todo valga". Si la coherencia, la claridad y la persistencia en la lucha. De eso hablo.

Profesor Portillo dijo...

Saludos, Natalia.
¡Me alegra tanto este post! Es valiente reconocer lo que uno no vio y ahora ve.

Sobre la oposición machismo-feminismo. Creo que es un error plantear el feminismo como intento de dominio de la mujer sobre el hombre. No conozco ningún feminismo de ese tipo ni he oído hablar de ninguna persona real que lo defienda. El feminismo es lucha por la liberación de la mujer, por la igualdad de género, contra la violencia de género y cosas así...

La oposición machismo-feminismo como opuestos que exigen un punto medio ha sido una estrategia del machismo para desacreditar al feminismo aprovechando el desconocimiento de la población. Esta estrategia, desgraciadamente, ha triunfado en muchas ocasiones.

El machismo es una realidad social, el feminismo una ideología y un movimiento de liberación. El machismo se transmite por los cauces normales de la socialización y la educación... para llegar al feminismo como idea hay que ser capaz de poner en cuestión y analizar las estructuras sociales... Para llegar al feminismo como acción, como lucha, hay que tener el valor de ponerlas en cuestión en el debate ideológico, político y académico... y también en la vida cotidiana...

Anónimo dijo...

"La oposición machismo-feminismo como opuestos que exigen un punto medio ha sido una estrategia del machismo para desacreditar al feminismo"

No podría estar más de acuerdo. Por eso pensaba en una tercera opción nominal que ayude a distinguir el accionar de todas las personas (no sólo de las mujeres) que abogan activamente por la emancipación de la mujer, por la igualdad de todas las personas y contra la violencia y el abuso.

El colectivo re-denominado no entraría en el juego que, como Ud. bien señala, es una estrategia machista en la que ha caído cierto "feminismo" académico radical.

Como Ud. bien sabe, hay movimientos feministas radicales que, por ejemplo, consideran que la verdad tiene sexo, que la "ciencia masculina" debe cambiarse por otra femenina o que la lógica es falocéntrica y, por lo tanto, enemiga de las mujeres. No creo que estos dislates hagan bien a la admirable causa del "otro" feminismo. Por el contrario, me parece que lo único que hacen es desacreditarlo ante sectores de la sociedad que no están puntualmente informados.

Profesor Portillo dijo...

Bueno, en realidad lo que yo estaba diciendo en mi comentario es que no sé de un "feminismo" como el que describe, Malambo. Que esa descripción es una terjiversación y una simplificación malintencionadas de algunas tesis feministas y que no debemos confundirnos.
Ni siquiera las más radicales de las feministas formulan estas cosas de un modo tan simple (aunque alguna de sus formulaciones se parezca).

Lo que quería decir es que la culpa de la confusión no es tanto del tono exaltado de alguna teórica feminista como del contraataque del machismo extendido socialmente contra las reivindicaciones.

Respecto a la exclusividad de las mujeres en la lucha por la igualdad de la que parece acusar al feminismo, es un debate ya antiguo en el seno de ese tipo de movimientos. Hoy día se reconoce mayoritariamente la necesidad de lo que se ha dado en llamar "hombres profeministas" y de su colaboración activa en la lucha por la liberación de hombres y mujeres (porque el papel del hombre en todo este rollo del machismo también tiene sus trampas). Al hilo de todo esto han nacido movimientos de hombres que analizan su masculinidad y buscan un nuevo modelo de masculinidad...

JJ RICHARDS dijo...

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