20 noviembre 2006

Ser periodista

Después de cuatro años fatigando aulas de la Facultad de Comunicación Social, estoy más segura que hace once, cuando empecé a pensarlo: ser periodista es comunicar, ser periodista es escribir (más que hablar), ser periodista es tener vocación de contar, hacerlo e intentar hacerlo bien. No más que eso. Por lo tanto, cualquiera, digo cualquiera, puede ser periodista. O al menos oficiar de tal por un rato, cada vez que quiera.
Me encanta la definición de periodista ciudadano. Sobre todo porque se enfrenta a aquella que supone una sacralización del periodista. Después de todo la gran mayoría de quienes se autodefinen periodistas (tanto porque ejercen el oficio, como porque tienen un papel en la casa que dice que lo son) son somos irremediablemente mediocres (muchos no pretenden dejar de serlo), y la mayoría no han aprendido aun a escribir.
Hace más o menos un año que leo más blogs que diarios. No diré que estoy mejor informada. Probablemente me entere de menos cosas si de cuestiones “de agenda” se trata. Pero el recorrido diario por bitácoras personales y también por unas cuantas agencias de comunicación alternativas me aportan otra visión –distinta, subjetiva, despojada de grandilocuencias y con una honestidad brutal-, sobre muchísimos temas de actualidad.
Me gustó mucho volver a pensar en esto mientras visitaba Sosperiodista, un periódico digital de Córdoba (Argentina) que emula la experiencia de Oh My News, el diario coreano construido con noticias aportadas por sus lectores-periodistas.
En su “quienes somos”, los cordobeses dejan bien clara su idea:

Partimos del convencimiento de que las personas son productoras de noticias en potencia, capaces de buscar sucesos, ponerlos por escrito y compartirlos a través de nuestro sitio. Esta es nuestra mayor apuesta.
Creemos que los periodistas profesionales no son los dueños exclusivos de las noticias. Muchos ciudadanos suelen poseer más y mejor información, o son testigos directos de los acontecimientos.

Hoy ya no creo que haga falta decirlo. El ciudadano lo sabe bien. Quizás mucho más aquel que tiene la suerte de contar con herramientas como una computadora e internet: la información no es propiedad de nadie y debe ser compartida por todos, y todos podemos contribuir a esa democratización. Falta poco: apenas que se enteren (todos, si se puede) los periodistas. Si es que de verdad hiciera falta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En un almuerzo, una señora de la alta sociedad le insistía al actor y director argentino Alfredo Alcón con que "los argentinos somos todos buenos actores". El argumento se basaba, fundamentalmente, en lo buenos simuladores que "somos" en la vida cotidiana.

Más allá de juzgar la generalización de la señora, me parece que Alcón dio en el clavo con su contestación. Le respondió que para ser actor no alcanza con ser mentiroso, un actor es alguien que no improvisa (salvo cuando la expresión artística así lo requiere), sino que se ajusta a un guión y convence al espectador de que esa ficción pautada es real.

A mi me parece que no cualquiera puede ser periodista, por más que todos tengamos derecho a opinar o simplemente contarle a otros que está pasando en nuestra aldea y que de forma ocasional lo hagamos mediante un blog o una nota en un periódico.

Yo, por ejemplo, no podría serlo. Y no es que sacralice a los periodistas (les desconfío bastante) sino que no me siento con las herramientas adecuadas para extraer de la realidad social (¡que sí existe!) aquellas grajeas que puedan ser importantes para la vida comunitaria.

Un periodista, me parece a mi, no es alguien que circunstancialmente cuenta sus berrinches y patalea porque tiene un bache a dos cuadras de su casa. Un periodista es alguien que a destajo y de forma sistemática va pintándole a los demás una realidad tan verdadera como mejor puede y sabe.

Pero para ello no alcanza con proclamar a cuatro vientos lo que a él o ella le parece que son las cosas. Tiene que hacer el esfuerzo por lograr una comprensión más profunda de la realidad. Está obligado a dotarse de herramientas conceptuales y fácticas válidas y actualizadas para tener una visión más amplia de los hechos actuales que los otros mortales. Y esto no lo hace cualquiera, sino quien se dedique a ello.

Que la adquisición de dichas herramientas pueda hacerse tanto en la calle como en una carrera universitaria no lo discuto. Es más, según mi experiencia personal, la Facultad de Comunicación Social deteriora el sentido crítico: durante una cantidad de tiempo similar a la que vos asististe, a mi me machacaron que ni la objetividad ni la verdad existen (¿cómo haríamos para denunciar a los mentirosos y corruptos?), que todas las "culturas" son equivalentes (¿para qué querríamos mejorar la nuestra, entonces?) y que hay que agachar la cabeza ante el patroncito jefe de un multimedios.

Es posible que sitios como Sosperiodista funcionen y lo hagan muy bien, que brinden un excelente servicio al lector, que conocerá, como bien decís, temas fuera de la agenda hegemónica de los inmensos multimedios.

Sin embargo, ¿no se basa este éxito en el reciclaje de personas?¿Cuántos de estos "periodistas" son permanentes? Vení, da la noticia una, dos o tres veces y después desaparecé, que nadie llorará tu ausencia porque habrá otros iguales a vos.

Si bien la producción comunitaria de noticias me parece una idea estupenda, tengo algunos reparos en estos métodos no sistemáticos.

Bueno, nada. Escribí tanto para decirte que me hace muy feliz que hayas vuelto por este lados.