20 marzo 2006

30 años


"Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad". Rodolfo Walsh

El viernes 24 de marzo se cumplen 30 años del último golpe militar en Argentina. Una dictadura criminal, sangrienta e implacable que duró siete años.
La historia no se acaba de contar porque los relatos sobre desapariciones, torturas, secuestros de bebés, censura y negaciones de todas las libertades que son propias del ser humano no cesan nunca.
Finalizada la noche de terror en nuestro país (aunque no sus metodologías) año a año, cada 24 de marzo buena parte de la población hace un alto y recuerda. Es decir, ese día acompañamos a los que, sosteniendo la lucha como un modo de vida, alientan la memoria los 365 días del año.
Esta vez son treinta los años que se cumplen desde aquel triste 24 de marzo de 1976.
El gobierno nacional, poniéndose al frente del recuerdo, motorizó en todo el país, convocando a autoridades provinciales y municipales, una semana de actos por la memoria y homenajes a quienes fueron borrados, literalmente, de la pelea cotidiana por un país mejor.
La decisión genera controversias, discusión.
En lo personal (y arriesgándome a resultar incoherente, como tantas veces), creo que no está mal la movida.
No está mal, incluso es interesante y fructífero que toda esta semana en escuelas, ministerios, canales de televisión, radios y espacios públicos se refresque la memoria acerca de lo que fueron aquellos años de penumbra.
Con algunas salvedades:
- Que me gustaría que las convocatorias oficiales hablaran menos con eufemismos como “memoria viva”, y más en términos de genocidio, aniquilación, tortura, muerte. Es decir, que se hablara claramente. Pero son matices cuya valoración hoy descarto, porque quizás no sea eso lo trascendente.
- Que se hubiera evitado la infeliz decisión de declarar feriado el 24 de marzo.
Más allá de eso, y evitando la polémica al interior de los organismos de derechos humanos (que si Hebe y Estela estarán en el balcón o no, tampoco es lo central), no está nada mal que se generen, desde todos los ámbitos, estos días de reflexión. No está mal que todos se pongan para la foto, si quieren, si esto ayuda a crear un poco más, un mínimo más de conciencia sobre lo que pasó.
Sin dudas es positivo que por una vez la información, como quería Walsh, circule sin ataduras.
La CTA inició hace pocos días una campaña de difusión de la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, que Rodolfo Walsh escribió y difundió, horas antes de morir acribillado, como su último acto de libertad.
Esa carta que hoy me encuentro en la carpeta de mi hijo de once años, reproducida con su letra de niño. Esa carta que abre preguntas y no deja espacios para la duda. Que llegará, con cientos de otras letras pequeñas e indefinidas a otros cientos de hogares, donde se preguntarán, quizas si, quizás no, que significó aquello.
No, no está nada mal. Que los que quieran hacer su juego, lo hagan. Pero que la información, la verdad, los relatos, las palabras, circulen, circulen y circulen. Que se reproduzcan y tomen vida. Que de eso se trata que la memoria siga viva.

Más
Un video del grupo Alavío sobre la carta de Rodolfo Walsh, en Agora TV
La carta en formato pdf, para imprimir y distribuir
Actividades por los 30 años del golpe
30 años curando miedos (slide con música de Diego Dana), en Bloxito

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