27 febrero 2006

El piquete inútil



Los actos conmemorativos del 24 de marzo en el partido de La Costa históricamente convocaron a no más de una veintena de personas. Las asambleas populares surgidas después de la crisis de 2001, pasada la euforia del cacerolazo, cuando había que ponerse de verdad a debatir que comunidad construir, a no más de diez concurrentes.
Similar cantidad de gente se reunía en los encuentros costeros del FreNaPo (Frente Nacional contra la Pobreza). Nunca hubo marchas ni piquetes para protestar contra los apremios ilegales policiales, de los que fueron y son víctimas numerosos jóvenes de la zona.
Cuando un conjunto de trabajadores municipales tuvo el gesto de tomar el Palacio Municipal en defensa de sus puestos de trabajo, en el “acampe” frente al edificio no estuvieron más que sus familiares y un digno grupo de vecinos.
Pero eso sí, al corte de ruta convocado para protestar por la suba en las tasas municipales, concurrieron cientos y cientos de vecinos. “Indignados”, dirán TN, Clarín, Canal 9 e Infobae.
Sinceramente me molesta esa indignación selectiva. La indignación que corre por las venas cuando lo que duele es el bolsillo, pero que no surge cuando se trata de defender derechos básicos, ni de construir memoria histórica, cuando se trata de pensar colectivamente, de discutir sobre que educación queremos, que distribución de la riqueza queremos, a que proyecto de país, de provincia o de municipio aspiramos.
Son espasmos. Espasmos como los de los ahorristas del 2001. Como los de vecinos, también “indignados”, que cuando sobreviene una ola de robos, salen a reclamar seguridad, aunque ésta sea a costa de más policías con licencia para cualquier cosa.
De verdad creo que hay que discutir los aumentos en las tasas municipales. Que el gobierno comunal no difundió adecuadamente la medida, que hizo falta un debate más amplio, si es que realmente, como propugna el oficialismo, había que subir determinados rubros para que paguen más los que más tienen. Que sí es así no estaría mal. Aunque hay que debatirlo, claro.
Pero la indignación de la cacerola, del volante pagado por algun dirigente político que lleva agua para su molino, y de los vecinos que cortan rutas pero se encargan bien de aclarar, frunciendo la nariz, que ellos no son ni “piqueteros” ni “activistas”, realmente me molesta mucho.
Porque las verdaderas luchas comunitarias son las que van al fondo. Las que atacan las causas, y no las consecuencias. Las que no se agotan cuando hay cinco policías parados en la esquina, o cuando la suba del impuesto deja de afectarnos. Las verdaderas luchas son largas, requieren compromiso, requieren conciencia, requieren pensar global y actuar local, y necesitan de personas verdaderamente dispuestas a dar tiempo de sí por un cambio estructural para todos.
Por eso, este piquete berreta sirve para poco. Apenas, para dejar conformes a sus protagonistas. Apenas, para demostrar una vez más que el sistema imperante continúa siendo efectivo: allí están, por un rato, los que defienden el bolsillo. Mientras tanto, los que no tienen nada en el bolsillo que defender, porque hace rato que están en los márgenes, siguen olvidados. Por los gobernantes, casi siempre, y por sus propios conciudadanos, que cortan rutas, pero que, claro está, no son ni serán “activistas”.

Ocurrió en mi pueblo. (Aplíquese a cualquier lugar de la Argentina donde algo similar suceda).

4 comentarios:

Claudio dijo...

Producto de años del machacar individualista del neo-liberalismo nos hemos vuelto incapaces de actuar en comunidad. Somos capaces de acciones en grupo, sí, pero sólo si un mal común nos aqueja. Cuando esa dificultad ha acallado o las necesidades toman otro rumbo, los tenues lazos que construimos por necesidad individual se derrumban con facilidad, el colectivo se deshace y la solidaridad no llega a madurar. Se trata, efectivamente, de espasmos.

Esto no dice nada de la calidad de los motivos de las protestas. Que sean individuales y de bolsillo no implica que sean despreciables como tampoco lo son quienes lo tienen. Al fin y al cabo el sufrimiento económico es también uno serio. En este caso se trata de gente que sufre por la irracionalidad de los aumentos en las tasas, impuestos por la clase dominante costense. Pero se trata, también, de algo más que eso. Se trata de no dejarse manosear.

Es verdad que nos importa un comino cuando nos manosean en otros temas que también nos afectan. Pero la sociedad, aunque concreta, es invisible y hace falta poder de abstracción para entender que actuar en defensa de la comunidad los logros reportan mayores y más estables beneficios.

Sin embargo, pienso que esa abstracción puede lograrse a partir de varios ensayos individualistas exitosos, como lo fue esta manifestación, que no pienso que sea berreta aunque sí, tal vez, cerrada, exclusiva.

El sentir que la comunidad tiene éxito sobre el poder puede ser un paso importante (aunque a todas luces insuficiente) para crear conciencia solidaria. La indignación selectiva puede madurar.

Nat dijo...

Claudio:
Por cierto, yo no trato de despreciable a nadie. Aunque si veo la falta de coherencia en muchos de los que protestaban allí, por vivir en este pueblo y conocerlos. Muchos de ellos militantes del partido político hoy en la oposición, que cuando los trabajadores municipales hacían huelga de hambre en reclamo de sus sueldos atrasados (durante la gestión municipal anterior),o cientos de sus conciudadanos marchaban por la dignidad, miraban para otro lado.
También había en el corte de ruta quienes participaron con verdadera convicción, y con un historial de participación incondicional. Pero eran los menos.
Eso no importa.
Lo importante es si puede madurar o no, como decís, esa indignación, para transformarse en conciencia.
Hace pocos días alguien me hacía un comentario parecido al tuyo, cargado de esperanza en ese sentido. Mi respuesta fue que desde que tengo uso de razón veo estos espasmos, que suelen darse sólo cuando nos tocan el bolsillo. Dirás que es un motivo respetable. No lo niego. Pero hay otros infinitamente más respetables. Los que mencioné. Y esos no importan a los "no activistas".
Pues yo defiendo el activismo. Porque se trata de estar alerta en cada injusticia, en cada manoseo. Sea económico, social, político. Ocurra aquí en mi cuadra o en la otra punta del país. Eso es conciencia.
Ojalá avancemos hacia eso. No confío demasiado, pero lo anhelo.

Claudio dijo...

Creo, Nat, que no coincidimos en la jerarquización de los motivos. Para mí todas las penurias que lleven a la desesperación y nieguen al ser humano son válidas y no creo que haya motivos infinitamente más respetables (Decir eso y ningunear los motivos de la gente es lo mismo: comparado con el infinito cualquier otra cantidad es cero).

Sin embargo, coincido con vos en que la acción de algunos grupos por el bien común es más provechosa que el individualismo del evento que estamos comentando pero, aunque veo con buenos ojos la actividad pronta, dejame desconfiar del activismo en general. Sobre todo de aquel activismo irracional cuyas acciones terminan siendo perjudiciales a su propia causa, o por lo menos a las que públicamente manifiestan (pienso ahora en Green Peace).

Es cierto también que siempre habrá mediocres que necesiten de otros para llevar agua a su molino, pero me repito al decir que el hecho de salir a manifestar, de buscar coincidencias en la calle es auspicioso en si mismo, más allá de lo que haga algún político con ecos dentro del cráneo.

Respecto de que sean motivos y no causas lo que moviliza a los costenses se lo atribuyo a una falta de madurez como sociedad. Pero tenés que tener en cuenta que hasta hace poco ni siquiera defendíamos los propios derechos. Recuerdo que hace un tiempo, también por una causa de bolsillo, cerré mi negocio y fui a manifestar a favor de los empleados y contratados municipales. Resulta que en el frente del palacio municipal no había nadie, ni los directamente afectados estaban. ¿Respondí a motivos individuales y no sociales?¿Me dejé manipular por los medios?¿Le hice el caldo gordo a los políticos opositores? Bueno, no importa. El motivo concreto es que había gente que la estaba pasando mal y había que apoyarlos.

Nat dijo...

Clau: es evidente que no vamos a coincidir. Sí creo que hay causas superiores a otras. La mayoría de los que salieron en 2001 a golpear las puertas de los bancos reclamando sus ahorros, por ejemplo, no salieron antes a acompañar a las Madres que pedían la aparición con vida de sus hijos, ni durante, ni después de la dictadura.
Una causa más válida, y un silencio hondo, que cooperó con que después las cosas llegaran adonde llegaron.
Me parece que el ejemplo de Green Peace embarra la cancha. Cambiá la palabra activista por la palabra militante. De eso hablaba.
No me parece que el hecho de manifestar sea auspicioso sólo por sí mismo. Ni tampoco que siempre las coincidencias en la calle sean felices. Pienso en los que vivaron a Galtieri cuando dijo “si quieren venir, que vengan”. Esa fue una plaza vergonzosa.

“Pero tenés que tener en cuenta que hasta hace poco ni siquiera defendíamos los propios derechos”.
¿Quiénes?. No quisiera que me involucraras allí.
Yo también salí muchas veces a protestar por causas perdidas, y me sentí sola y hasta ridícula. No me arrepiento. Lo haría otras mil veces.
Pero tampoco voy a dejar de decir lo que pienso, cuando veo que algunos se indignan sólo cuando les toca, y al día siguiente se olvidan del que está al lado. Me molesta, y sin dudas me seguirá molestando.