La tumba del ALCA

Ya pasaron varios días de terminada la III Cumbre de los Pueblos. Pero vale una reflexión...
Llegamos el jueves a la tarde a Mar del Plata que era una ciudad fantasma. Negocios cerrados, otros vaciados completamente por sus dueños, otros tapiados con madera e incluso placas metálicas. ¿Psicosis?. Creo que hubo mucho de eso.
El viernes, temprano a la mañana, nubarrones negros. Pero decenas de miles marchamos por las calles de Mar del Plata, de a ratos con sol, de a ratos con lluvia, diciéndole NO al ALCA, la militarización y la pobreza.
Desde avenida Luro e Independencia salió la marcha principal, pero hubo otras por distintas arterias de la ciudad. Todas llegaron cerca del mediodía al Estadio Mundialista, donde la multitud cantó “un minuto de silencio para el ALCA que está muerto”.
Bajo la lluvia escuchamos al uruguayo Daniel Viglietti, los cubanos Silvio Rodriguez, Amaurí Pérez, Vicente Feliú, el chileno Francisco Villa y el argentino Víctor Heredia.
La dirigente quetchua del Ecuador, Blanca Chancoso, leyó el documento final que surgió de los tres días de debate de la Cumbre de los Pueblos. Fue Blanca quien le dijo a Hugo Chavez que a la lluvia se la espanta soplando tres veces al aire.
Chavez sopló. Y el sol volvió a iluminar el estadio.
El presidente de Venezuela dijo que todos teníamos ese día “palas de enterradores”, porque en Mar del Plata está la tumba del ALCA. También dijo que el nuevo proyecto histórico del socialismo del siglo XXI se ha engendrado en el vientre de América Latina y “ahora hay que parirlo”.
Eramos miles y miles, bajo cientos de banderas distintas. Banderas de países, de partidos políticos, de movimientos sociales, las banderas multicolores de los pueblos originarios, cascos amarillos, pañuelos verdes, pecheras rojas. Distintos, pero con un mismo sueño.
Fue un día de construcción, un día de comienzo. Un día donde se escuchó la voz de los pueblos.

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El día después en Mar del Plata, con el grupo Bristol