Con Juan Carlos Blumberg se inauguró en Argentina una posibilidad antes no conocida: la de utilizar el dolor como argumento de cualquier barbaridad, incluso la de generar más dolor. Incluso la de agraviar a quienes, desde siempre, hicieron de su propio dolor un motivo de lucha pacífica, muchas veces silenciosa, siempre digna y ejemplar.
No voy a repetir aquí lo que pienso de las propuestas de Blumberg. Ya está dicho.
Hace poco volví a pensar en ello, cuando trascendió que los padres de los chicos que murieron en Cromañón le habían pedido a León Gieco que retirara de su último disco el tema “Un minuto”, que León grabó con Patricio Santos Fontanet, el cantante de Callejeros, el grupo que la noche de la tragedia tocaba en el boliche de Once.
Nada justifica limitar la libertad de expresión, y un acto de censura (o autocensura, por parte de León), no contribuye en nada a la justicia ni a mitigar el dolor de los padres. Contrariamente –pensamos algunos- empeora las cosas. Pero León dio sus motivos, y aunque no fue suficiente, creimos que había que intentar comprender.
Pero esta vez es demasiado. Un grupo de padres de Cromañón (seguramente no son todos), atentó contra la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, a la salida de un seminario de derechos humanos, realizado ayer en Buenos Aires. Le arrojaron huevos y la acusaron de haber estado con el jefe de gobierno de la ciudad Aníbal Ibarra y no con ellos luego de la masacre en la disco.
Quienes conocen a Estela, quienes saben de su lucha, saben de que lado está. Y Estela está sin dudas del lado de la búsqueda de justicia, del lado de los derechos humanos. Pero sobre todo, del lado de la construcción de un país que incluya a todos. Y hace muchos años que camina por un sendero que a muchos les resulta difícil de recorrer: el de la paciencia, el de la tolerancia, el de la comprensión, el del respeto. Esas cosas que hoy, parece, el dolor justifica olvidar.
No voy a repetir aquí lo que pienso de las propuestas de Blumberg. Ya está dicho.
Hace poco volví a pensar en ello, cuando trascendió que los padres de los chicos que murieron en Cromañón le habían pedido a León Gieco que retirara de su último disco el tema “Un minuto”, que León grabó con Patricio Santos Fontanet, el cantante de Callejeros, el grupo que la noche de la tragedia tocaba en el boliche de Once.
Nada justifica limitar la libertad de expresión, y un acto de censura (o autocensura, por parte de León), no contribuye en nada a la justicia ni a mitigar el dolor de los padres. Contrariamente –pensamos algunos- empeora las cosas. Pero León dio sus motivos, y aunque no fue suficiente, creimos que había que intentar comprender.
Pero esta vez es demasiado. Un grupo de padres de Cromañón (seguramente no son todos), atentó contra la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, a la salida de un seminario de derechos humanos, realizado ayer en Buenos Aires. Le arrojaron huevos y la acusaron de haber estado con el jefe de gobierno de la ciudad Aníbal Ibarra y no con ellos luego de la masacre en la disco.
Quienes conocen a Estela, quienes saben de su lucha, saben de que lado está. Y Estela está sin dudas del lado de la búsqueda de justicia, del lado de los derechos humanos. Pero sobre todo, del lado de la construcción de un país que incluya a todos. Y hace muchos años que camina por un sendero que a muchos les resulta difícil de recorrer: el de la paciencia, el de la tolerancia, el de la comprensión, el del respeto. Esas cosas que hoy, parece, el dolor justifica olvidar.
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