17 febrero 2009

Un simple acto de justicia

Entre las paredes asfixiantes de su pequeña casa, Graciela, como tantas, había olvidado el significado de la palabra libertad. Presa de otro ser humano pero por sobre todo presa de una situación a la que aun hoy un juez de la Suprema Corte de la Nación llama “violencia doméstica”.
Todas estas mujeres toman un día una decisión desesperada (si les alcanza la vida para tomarla). Algunas tienen la suerte de recibir ayuda y se alejan y empiezan de nuevo de la nada, con sólo su integridad para salir adelante, con sus hijos, con sus vidas y con el dolor.
Otras como Graciela no son escuchadas a tiempo y esa decisión es terrible, dramática. Aun así, liberadora.
Pero ella, redimida de aquel martirio debió pasar por otra cárcel, la de la prisión domiciliaria. Porque un fiscal, que nada sabía de “violencia doméstica” porque ésta ocurre puertas adentro, la acusó de homicida.

Ayer, después de dos años de esta otra prisión y con las marcas del tormento aun en el alma, esta mujer que recorrió comisarías sin ser escuchada y que le clavó un cuchillo en el cuello a un hombre golpeador mientras defendía a su hija, fue absuelta. Las pantallas de la televisión se llenaron con su imagen y su voz relatando los detalles de su acto desesperado. Hoy, las tapas de los diarios la hicieron noticia.
Nadie estuvo allí mientras era golpeada, amenazada cotidianamente. Ni siquiera los vecinos, que fingían no oír, no saber.

Hoy los jueces de la Suprema Corte, en formal acto en el que inician el año judicial recuerdan que en el pomposo edificio funciona una oficina para las víctimas de la violencia familiar. Y que representantes del alto organismo ya “visitan las provincias” para relevar la situación a nivel nacional y que la iniciativa de estos espacios de atención se multiplique.
Es poco, sigue siendo poco. Porque en las comisarías se siguen burlando de las mujeres y porque los juzgados de paz no tienen personal y están atestados de expedientes. Es poco porque los periodistas y abogados siguen hablando de “violencia doméstica” y de “crímenes pasionales”. Es poco porque las víctimas siguen solas, encerradas, sin auxilio, rodeadas de sordera y ceguera premeditadas.

Graciela Aguirre, con el recuerdo de sus dos cárceles, ahora tratará de recomenzar su vida.



Otros casos
Distintos criterios de la justicia, en Página12

2 comentarios:

Senior Citizen dijo...

Aquí se ha avanzado bastante en ese tema, pero no es suficiente. A pesar de que en 2004 se aprobó en el Congreso una Ley Integral contra la Violencia de Género, a pesar de que existen oficinas de atención a los delitos contra la mujer, teléfonos de atención inmediata a las mujeres maltratas, que los jueces dictan órdenes de alejamiento a los maltratadores y muchas mujeres llevan protección... a pesar de todo eso, todos los días nos llega la noticia de que una mujer ha muerto a manos de su pareja o ex-pareja.

Y si ese es el final, ¿cuantos casos de maltrato quedarán ocultos en el interior de una vivienda?

Nat dijo...

Una ley por sí sola no es suficiente, tampoco una línea gratuita, ni siquiera un juez diligente...

Desconozco los detalles del problema en España, aunque sé que es de gran magnitud (en cantidad de casos).

De lo que veo aquí, en mi país, lo que me parece es que la gran mayoría de las mujeres sigue sin poder acceder a estas herramientas...
La mayoría no sabe donde queda un juzgado, o ni sabe que puede recurrir a ese lugar, o peor le resulta inaccesible.
El único salvavidas es, para la mayoría, la comisaría más cercana. Y allí, si no tiene un máximo de instrucción (no estoy diciendo un mínimo sino un máximo) ni siquiera es escuchada, muchas veces no se le toma la denuncia y la mayor parte de las veces los agentes (hombres casi todos) optan por "avisar" y "sugerir" al golpeador que "se cuide" advirtiéndole que la mujer se ha acercado a la policía. Es decir, complican aun más la situación.

El tema es demasiado complejo y abarca cuestiones educativas, culturales y sociales. Pero el punto es que ni siquiera funcionan los mecanismos de emergencia, no están al alcance de la mano como debieran.
Así que ni hablar de empezar a resolver las causas, las motivaciones de fondo...