31 enero 2008

Globalizando

Vivo en un pequeño pueblo de la costa del atlántico, en la provincia de Buenos Aires, Argentina.
Tengo conexión de banda ancha, y puedo considerarme afortunada (aunque pago por un servicio que no es el que me brindan).

Las escuelas públicas de aquí, como las de toda la provincia, como las de toda la Argentina, tienen “comedor escolar”. Eso quiere decir que allí comen a diario los chicos a los que sus padres no pueden servirles un plato de comida en sus casas. A diario, sí, también durante las vacaciones de verano, como ahora, cuando no hay clases.

El transporte público pasa uno cada hora, también en invierno, cuando las temperaturas son bastante extremas.

A mi casa no ha llegado aun el gas natural. Parece que la obra avanza a razón de diez cuadras por año, o algo así. Por lo tanto pago diez veces más por la calefacción de mi casa que mis vecinos de tres cuadras más allá.

Los inviernos son largos, sí. Y aunque no parezca, la mayoría aquí no tiene auto, y bicicletas y motocicletas son medios de transporte habituales. Con la helada, tempranito, mamás con tres o cuatro chicos arriba de esos vehículos luchan contra el viento y aprietan manos que se congelan para llegar a la escuela. Algunos chicos caminan, muchas veces sin desayuno, muchas veces incluso sin la suerte que yo tengo, que he dormido caliente aun con mi calefacción precaria. Ellos, con frío en el cuerpo y la panza vacía.

Todo eso ocurre en mi pueblo, que en verano cuadruplica o quintuplica su población, literalmente se ve invadido por turistas que buscan un poco de descanso a su rutina del año, a su caos de la ciudad, a los robos, a la miseria que los circunda y los amenaza, a los chicos que piden monedas, quien sabe a que más.

Ayer, caminando por mi pueblo esquivando turistas con sus cuatriciclos y sus camionetas y sus ganas de divertirse, me topé con un afiche electoral de José Luis Rodríguez Zapatero. Me paré, lo miré dos veces, reparé en el llamado a votar a los ciudadanos españoles residentes aquí. Y le tomé esta foto.
Nunca pude entender de que hablan cuando hablan de globalización. Tampoco mientras escuchaba teorizar a los profesores en la facultad con el asunto de la “sociedad del conocimiento”. ¿Globalización de qué? ¿Cuándo?
Ahora si, ahora lo comprendí. La globalización es un afiche rojo y blanco, con una foto del señor Zapatero, que está pegado frente al super de mi barrio, y que anoche se mojó con la lluvia y ya está un poco desteñido.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Globalización es también que, en cualquier ciudad de este país que pronto se verá empapelado de carteles rojos y azules, existen barrios marginales en los que las condiciones de vida son semejantes a las que describes.

En ellos malviven inmigrantes africanos, rumanos, incluso algunos latinoamericanos, marcados con la infamante etiqueta de "sin papeles". Tal vez disfruten de mejores infraestructuras, sanidad, transportes, etc. pero les faltan otras muchas cosas.

Ellos son el tercer mundo globalizado. Hay otros mundos, pero están aquí.

Filipogs dijo...

Algo así ha ocurrido en la frontera colombo-venezolana, pero estas ya son ligas mayores.

Anónimo dijo...

Tremendo... Por aquí (Washington DC) también llegó bastante propaganda electoral para residentes en el extranjero pero no se atrevieron a empapelar las calles. Y eso que se formaron grupos partidistas poco antes de las elecciones.
Un gran saludo,
Daniel

Nat dijo...

Senior: ¿y nada ha cambiado luego de las elecciones, verdad?. No me respondas...

Filipogs: gracias por pasar...aunque este sitio no se renueve lo suficiente.

Daniel: un gusto "verte" de nuevo.
Lo que ocurre aquí es que la cantidad de españoles residentes es importantísima. Bueno, eso lo sabrás.
Algo parecido está sucediendo ahora con las elecciones italianas.
Pero esta vez me he reído muchísimo. Lo hago cada vez que en televisión aparece una publicidad donde habla un candidato, desde lo que parece el patio de una casa, con toda una "familia" detrás, y con unos espantosos lentes oscuros. Más que candidato parece un capo mafia...En fin, hay de todo.

Anónimo dijo...

No te respondo, Nat, pero te digo:

Gracias por reaparecer.